No son necesarias palabras de pésame, porque las odio, porque son huecas, porque no hablan de lo que fuimos. Todos lo vamos a extrañar porque era una persona de las que no abundan. Aunque nunca nuestras familias fueron muy de estar encima, estaba tácito el cariño en cada reunión y en cada oportunidad de charla.
Se fue un "tipazo". Y a uno le queda esa sensación egoista del que "se queda sin". Esa sensación que nos derrumba, de no saber nada o de saber que no somos nada.
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...
Rubén Darío
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