16.12.05

"Te hiciste caca"

De chica vivíamos en Ituzaingó. Para los que nunca pasaron la Gral. Paz, Ituzaingó es una ciudad del oeste del Gran Buenos Aires, cercana a Morón (a dos estaciones del FC Sarmiento). Viviamos en una casa muy linda pero chica, por lo que, a medida que fuimos creciendo, nuestros cumpleaños empezaron a tornarse un problema. Entre los compañeritos del colegio, los del Club y toda la parentela, la cosa se ponía espesa y los nervios de mi vieja ni les cuento.

Asi que por unos años (entre mis 12 y 14) se instaló en casa la modalidad "Cumpleaños en el Parque Sarmiento", nada de saloncito, ni pelotero, ni animadoras tontas. Lo mejor era una ronda de "Patys" y a disfrutar del día. En aquella época el flamante parque tenía todo funcionando a full, los juegos más novedosos que había visto, canchas de futbol para todos, alquiler de bicis y patines, la pileta... Un lugar para que grandes y chicos la pasen de lujo.

Entre los niños invitados estaban, por obvias razones, toda la camada de primos: primos hermanos, primos segundos y primos postizos. Entre ellos, los hijos de una prima hermana de mi viejo. Verán, mi tía conoció en la Universidad a su marido, Roberto, el japonés. Se casaron y tuvieron a esos dos personajes que son mis primos: Keiko y Nahuel. (Esos nombres me confundieron de chica, por mucho tiempo pensé que Nahuel también era un nombre japonés).

Tal vez por la educación universitaria, o los valores de la cultura japonesa (o simplemente porque no les gustaba) mis tíos no dejaban que los chicos se exedieran en insultos de ningún tipo. Será por eso, que en ese cumpleaños, en un radiante día de sol, habiendo alquilado bicis y en una persecución de esas de antología en la que nos perdíamos por los laberintos que formaban las instalaciones del parque, bajando a toda velocidad por una rampa en el sector del natatorio, derrapando (y casi llendóme al carajo) mi prima, que venía atrás comenzó entusiasmada el siguiente diálogo:

K: Uh!! casi te hacés "caca"!!- reía y reía.
M: Ehh? - medio seria, miro de reojo a mi hermano, que venía bajando en patineta.
K: Menos mal que no te caiste sino te hacías "caca"!- aclaró todavia riendo.
M: Ahhh!!!- dije aliviada sonriendo, palpándome por las dudas el trasero.

Mi hermano (que tiene un año menos que yo y uno más de enano maldito) no pudo aguantar la carcajada. Pero no era una risa fuerte, el hijo de puta se cayó al suelo y lloraba de la risa. Yo lo miraba fuerte, como me había enseñado mi mamá, tratando de hacerle ver, subiendo las cejas, que estaba mal lo que hacía. Se paró y empezó a andar con su patineta, estaba rojo el gordo y seguía riéndose solo. En eso baja Nahuel, con mi hermana menor en la parte de atrás de la bici... "Viste Kei, qué buena bajada! Casi nos hacemos "caca"! Yo atiné a mirar a mi hermano, ya más lejos en su patineta azul, cómo de nuevo empezaba a llorar de la risa, solito y tratando de no agitarse mucho por el asma. Mi hermana, asomada por atrás de mi primo me miró, revoleó los ojos y se mordió los labios, aguantando la risa. Yo los miré a mis primos, tenía ganas de "avivarlos", pero entonces vi que sonreían, que no se daban cuenta que estaban diciendo una perfecta gansada ni que mi hermano se reía de ellos. Su sonrisa era como la de los dibujitos de sus ancestros: total, completa e inocente. Eran tan felices de ser como eran como yo de tenerlos como primos.

Hoy son adultos. Keiko vive en pareja con su novio. Nahuel se casó hace poco en España. Por supuesto ninguno de los dos recuerdan este momento. Yo si me acuerdo, porque fué uno de los cumpleaños más lindos que tuve. Uno en el que aprendí que se puede decir mucho de otras formas. Pero sobre todo que a veces uno puede optar por no ser irónico, por no desmerecer al que es diferente. Uno puede optar por dejar que la inocencia gane un lugar en el corazón y se quede ahi, al lado del chico que fuimos.

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