31.1.07

Memory

Cuando era chica, chiquita, 3 años, más o menos, lo normal en las reuniones era que la familia de mi vieja me pidiera que baile como una bailarina. Mi tía abuela, me enseñaba el saludo final y yo imitaba. Creo que de ahi surgió mi relación con la danza. Siempre me gustó: mirar, aprender y hacer. Sobre todo hacer. Sólo necesitaba un espejo y mis manitos intentaban imitar cómo estirarse, levantando bien la cabeza, en puntas de pie. Y de ahi, bailar. En silencio, sólo con la música en mi cabeza.

A los doce años había empezado a ir a un club a aprender patinaje artístico. Al año siguiente ayudaba a los profesores con los alumnos más chicos. Mi vieja estaba enloquecida con la facilidad que tenía y nos volvimos cómplices de ese fanatismo por el baile. Un día llegó a nosotros un tema que nos encantó, una versión cantada por Barbara Straisand de la canción Memory, de la comedia musical Cats. No pude más que bailar, bailar y bailar. Y esos movimientos que memorizaba se transformaban en una coreografía. Mi mamá habló con el profesor, le dijo que yo quería mostrarle algo para que me diera su opinión. Sólo recuerdo que cuando la música empezó todo desapareció. Era yo en la melodía y la melodía en mis venas... no, en mis entrañas. Y la brisa en mi cara suave, en cada movimiento, en cada giro, en cada salto. Cuando la música terminó y yo volví en mi, todo fué silencio, miradas emocionadas y una sonrisa cómplice de mi profesor.

A lo largo de mi paso por ese deporte artístico, siempre fue una constante que se me acercaran para decirme frases como: "cuando vos bailás se hace un silencio y no hay nadie que no esté mirando" o "cuando te veo me emociono mucho, me llega mucho verte bailar". Excedía ya a mi familia y las morisquetas de una nena de 3 años. Gente que no conocía se acercaba a palmearme o a decirme cómo se sentían viéndome. Y hasta conservo en algún lugar una foto que le sacaron a mi mamá cuando yo bailaba, su expresión como rezando y con los ojos llenos de lágrimas hoy día me conmueven.

No fui tan buena en el deporte. A los 16 años sos vieja, yo dejé de competir a los 17, nunca gané ningún campeonato importante (provincial, argentino) y haber perdido a mi mamá tuvo mucho que ver con mi desinterés para enfrentar las exigencias de seguir adelante (entrenar, competir). A los 21 me desvinculé completamente, incluso de la parte que más me gustaba, la que sentía "era lo mio": simplemente bailar sobre ruedas.

No se por qué me surge esto ahora, pero necesitaba contarlo, contar que todavía sueño que vuelo y que giro y que la música se funde en mi. Que todavia sueño con la sensación de bailar como me imagino bailan los ángeles en el cielo.

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