Como todos los mediodías Carlos y Diego salían del Industrial y se tomaban el colectivo. El viaje desde San Fernando hasta Martínez lo hacían sólo dos líneas: la 60 y la 365.
"La carreta", como los chicos habían apodado al colectivo que llega a Constitución, venía lleno y paraba en todas, tal vez su fama lo hacía más confiable por lo que, básicamente, lo tomaba todo el mundo. "La cueva" le decían al otro, porque la tierra pegada que lo recubría no dejaba entrar la luz del día.
Mucho se puede decir de las diferencias entre ambas líneas, de la gente que tomaba uno u otro, de sus razones, hasta podría decirse que cada uno marcaba idiosincracias diferentes. Lo cierto es que los adolescentes, ávidos de aventura y con sus ideales a flor de piel, siempre dejaban pasar los 60 para esperar al destartalado transporte al grito de "aguante la cueva".
Como todos los mediodías, Carlos y Diego, tomaron el colectivo y se fueron a la parte de atrás. La cueva estaba casi vacía, salvo por cuatro coquetas señoras que, repartidas en los asientos delanteros, no paraban de limpiar con un pañuelito los lugares del transporte que pudieran llegar a tocar... evidentemente el color amarillo de "la cueva" les había hecho creer que estaban tomando un 60 y, si bien a la pregunta "llega hasta Alvear?" obtuvieron una respuesta afirmativa, de seguro no sabían dónde se metían.
El viaje se realizaba normalmente: tomaron Centenario, ya en San Isidro, pero unas cuadras antes de Belgrano, el colectivo de nuestros amigos tuvo que detenerse a subir a un pasajero que, como ellos estaba dispuesto a trepar enormes escalones, pasar veinte veces las monedas por la descuidada máquina y perderse en la débil luz del interior del vehículo.
Los choferes de la cueva, generalmente, hacen honor a su entorno: son cavernícolas, sin embargo nuestro amigo conductor no había mostrado ser más bruto que cualquier otro. Pero en la riesgosa maniobra de acercarse desde el medio de la avenida hasta el cordón en menos de un metro y mucho menos de 5 segundos, no se percató de que un 60 que habia terminado de cargar pasajeros estaba retomando su camino sin importarle demasiado si alguien venía atrás.El chofer tuvo que frenar, con toda su fuerza, su alma y su rabia. Y todos los que estaban adentro conocieron la impotencia de no poder vencer las leyes de la física. Carlos y Diego que estaban atrás terminaron en el piso a la mitad del colectivo. Una de las señoras casi se disloca una mano y otra tuvo que ir a buscar la dentadura que había quedado en el hueco de los escalones después de rebotar contra el parabrisas delantero.
Mientras todos volvían a acomodarse refunfuñando y el chofer se despegaba del volante en el que había quedado semi incrustado, el 60 siguió su camino y yo creo que todos pudieron imaginar una sonrisita socarrona en el indolente conductor de "la carreta".
"Qué badbadidad!"- gritaba la señora todavía acomodando su dentadura "Ay, nena... creo que me quebré la mano"- dijo la otra, exagerando. "Qué hijo de puta"- exclamó Diego. "A ese habría que matarlo"- arengó Carlitos. Ninguno midió la influencia que esas palabras podían tener en el orgullo herido del conductor. Ninguno imaginó, tampoco, que el cavernícola que tenía dormido desepertaría y sucedería lo que posteriormente sucedió.
Continuará...
NdA: Esta historia está basada en un hecho real. Los nombres de los protagonistas fueron cambiados para proteger su privacidad.
4 comentarios:
¿Como que continuará?
Ahora entiendo porque me putean cuando dejo las cosas por la mitad...
Excelente relato. Me recordó mis viejos tiempos de industrial y el 561 (la cucaracha).
Uhhh no!!!! Continuará ????
El relato me atrapó!
Ud. si que sabe mantener a la tele-audiencia en vilo eh!
A mi me recordó al 541 (la batata para los amigos).
Ay si! es que resultó más largo escribirlo que contarlo, asà que lo dividà en dos para evitar un bodoque interminable!
Jack y Principito: La idea era la nostalgia y arrancar alguna risita de las que solo los buenos recuerdos provocan. Saludos!
bien Mausi...!!!!! me dejó con ganas de que siga! esto que todos esten posteando en capitulos esta atentando contra mi ansiedad.
Me voy a tomar un par de las rosas y vuelvo :-)
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