Todos la amaban. Era inteligente, divertida, comprensiva y buena. Nadie se fijaba si era linda o no, eso no le importaba a nadie... salvo a ella.
"Todos son tan hermosos"- sufría en silencio. Y a su alrededor las personas tenían rostros perfectos, bocas soñadas, miradas sensuales, narices respingadas y cuérpos atléticos.
Ella se veía tan común, tan simple que pensaba que esa era la razón por la que todos eran tan buenos con ella y la querían tanto. "Quién podría sentir envidia o celos de mi, sería ridículo! sólo sienten pena"- razonaba.
Pero para no terminar de destruirse prefirió consultar a alguien. "Vos crees que yo soy fea?"- le preguntó un día a una amiga. "Fea!! estás loca, vos sos divina y re simpática; qué tendría que decir yo entonces con este pelo y esta nariz, es extraño solo cuando estoy a tu lado me siento mas bella- dijo su amiga. Y ella se puso tan mal, "cómo puede decir eso, no sólo que es perfecta, además se burla de mi!" - pensaba enojada.
Un día, vió pasar una estrella fugaz, se animó y pidió un deseo. "Deseo ser tan hermosa como los demás"- susurró para si misma. Esa noche, tuvo un sueño muy extraño. A la mañana siguiente el sueño estaba tan borroso que apenas lo recordaba. Y no intentó hacerlo. Salió a la calle y todo el mundo la miraba. Ella bajaba la cabeza, como de costumbre. Aún así percibía que la miraban. Con miradas extrañas.
Pasando frente a una vidriera se detuvo y se sorprendió. Se veía hermosa, su pelo era largo y con bucles. Su nariz, sus ojos... todo como lo había soñado siempre. Simplemente no podía creerlo, era su deseo hecho realidad!
Caminó unas cuadras para calmar su exitación y segura de que las miradas eran para contemplarla, empezó a hacerles frente con una leve sonrisa. Pero al mirar empezó a sentir un extraño escalofrío. Todas las personas que se cruzaban tenían caras horrorosas. Narices deformes. Ojos saltones. Cabellos desalineados. Jorobas. Rengueras. Deformidades.
Entró corriendo al negocio que atendía su amiga. Cerró la puerta de vidrio y se quedó mirando hacia afuera, respirando agitada. "Hola amiga, -le dijeron desde atrás - que pasa, estás bien?- le preguntó. "Si, si... es que..." -dijo mientras giraba, pero en el instante que vió a su amiga no pudo evitar gritar- "Ahhhhh!!!!!!!"-. "Eh, qué pasa!"- la miró sorprendida su amiga. "Es que... tu, tu... -no le salían las palabras y gesticulaba. "Mi, mi... qué"- intentaba entender la amiga. "Tu nariz! y tu pelo!" - expulsó las palabras. "Si ya te había dicho que son horribles, hoy no tengo un buen día, así que no me burles"- se defendió la chica de nariz aguileña y pelo como escoba.
En ese instante algo le vino a la mente. Era el recuerdo del sueño que había tenido la noche anterior que se presentaba en su mente con mayor nitidez. En un lugar desierto, lleno de inmensidad y sin horizonte visible, un ser volaba encima de ella. No daba miedo. Sólo era un rostro indefinido e inexplicable. Con una suave voz le hablaba. Al recordar esas palabras no pudo evitar derramar una lágrima y taparse la cara, para llorar.
"Desde niña tuviste el don de poseer una gran belleza interna, la cual contagiaba a los demás. Tu optimismo, tu fé, tu alegría hacían que todos se vieran y se sintieran más hermosos. En vos se reflejaban las cosas buenas de los demás, las bondades, la belleza interior. Un espejo no refleja las virtudes, pero a medida que pasó el tiempo, preferiste creer en la realidad que te mostraba el espejo y perdiste la fé, el optimismo y la alegría. Ahora sólo te importa verte bien. Decidiste dejar tu don más preciado. Pero los dones no pueden abandonarse. Sólo... revertirse."
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