18.1.06

Adiós Roberto

Esta ausencia de dos semanas se debió a unas pacíficas y desestresantes vacaciones traslasierra cordobesa. Volvimos el domingo, con la lluvia encima ahogando nuestra tranquilidad viajera. Y el mismo domingo me enteré: había muerto mi tío japonés. Su corazón estaba débil y una excursión de pezca fue su última aventura. Murió en el mar.

No son necesarias palabras de pésame, porque las odio, porque son huecas, porque no hablan de lo que fuimos. Todos lo vamos a extrañar porque era una persona de las que no abundan. Aunque nunca nuestras familias fueron muy de estar encima, estaba tácito el cariño en cada reunión y en cada oportunidad de charla.

Se fue un "tipazo". Y a uno le queda esa sensación egoista del que "se queda sin". Esa sensación que nos derrumba, de no saber nada o de saber que no somos nada.


Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...

Rubén Darío

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